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Generación X

ghGeneración X

I´m a loser baby, so why don't you kill me

BECK.

Generación X fue un grupo de rock y una novela. Ni ese grupo ni el autor de ese libro se propusieron nombrar a una generación. Sólo intentaron hacer lo suyo. La generalización de la Generación X es tan sólo un mercado específico. Entonces resulta que Generación X ya no es ni música ni literatura. Y nosotros, los nacidos entre 1966 y 1976, somos el objetivo de muchos mercadólogos. ¿Alguna vez se le había dado tanto valor a un grupo generacional? Creo que es razón suficiente para sentirnos importantes. REGLA #1: La generación X no se refiere a toda una generación; es sólo un grupo de esta demografía entre los 20 y los 30 años. ¿Acaso hay relación entre raveros, grunchis, slackers, yuppies, trolos, o lo que sea? REGLA #2: No aceptar ser generación X. REGLA #3: Tener como referencias culturales obligatorias, entre otras, lo siguiente: la novela Generación X, el Guardián en el Centeno, Bret Easton Ellis, Prozac Nation, Ray Loriga, los géneros de la prosa degenerativa y el avant-pop, Wired, Ray Gun, Plazm, RESearch, Mondo 2000 y A.P., la legacía de los beats, música dizque alternativa, Slacker, cine de culto, reruns, películas B, comics como Yummy Fur, Hate y Eightball, animaciones de Bill Plympton, Beavis & Butthead y Ren & Stimpy y MTV. REGLA #4: Concebir el status, la estabilidad económica, el futuro y los sesentas como conceptos obsoletos. REGLA #5: El sentido de pertenencia se define en base a la apatía, el escepticismo y la desconfianza. REGLA #6: El trabajo no es un proyecto de vida, es tan sólo un requisito para estar. Etc. Intentar nombrar o clasificar las cosas es inútil pero entretenido. Todo es clasificable en tiempos de consumo, televisión y caos de información. Antes que otra cosa, la X pasó a ser una trampa de la mercadotecnia. Pero el problema no radica en discutir a quién han hecho tonto, quién pertenece y quién no; más bien es intentar saber a qué se refiere todo esto. La de la X es una generación que terminó una década con demasiada higiene, sin niguna ‘novedad social trascendente’ (refiriéndonos a movimientos sociales que se expandieran significativamente como el hippismo o el punk en otras épocas): la década perdida de los 80. Lo que los hippies a la guerra, los punks a lo que se les pusiera enfrente, la generación X, generación sin nombre, generación indefinida, gronchera, slacker, movida o con tintes de nihilismo, se enfrenta ahora a lo que tiene que ver con los sistemas de reproducción e información característicos de una era de la inmediatez y el consumo, donde tenemos todo y nada a la vez. Millones de neuronas con información sin procesar. Ningún nombre o calificativo es gratuito: la X no se refiere a creatividad artística, la X es una imagen cultural. Equis me suena a multiplicaciones, a películas porno, a censura, a cerveza Lager, a los X-Files… y también me recuerda el libro de Generación X. Dice Naief Yeyha que la X representa duda, inexactitud, una interrogante, nulidad e incógnita; tiene en sí un oscuro significado peyorativo hacia la pornografía, lo prohibido, el error y la equivocación. Por referencias a la segunda mitad de este siglo, los beats eran golpeados, el rock‘n‘roll eran piedras que rodaban, el hip-hop y el be-bop son onomatopeyas de un ritmo, los hippies eran hip, buena onda; los punks eran vagos, los X son, entonces, un error inexacto, una ecuación sin resolver: “Somos. Vegetamos en la escasez porque ya no tenemos futuro, (aquí) nos tocó vivir en época de recesión –sí, Borges tenías razón: nos ha tocado vivir, como a todos los hombres, una época terrible. No nos importa la posición social y en cambio disfrutamos de una suave cultura del desastre. El dirty look, el grunge, las ropas roídas, los aspectos astrosos, el menosprecio del porvenir y la competitividad son parte de sus notas...”. (Vicenter Verdú). Esta es una generación que se sitúa en un recuadro sin nombre, como una de esas fotografías enmarcadas en algún contexto pero sin ser titulada por el autor, sino por su mismo entorno. Son un aparador en movimiento, uno de los más grandes en el mercado de la ilusión, en un andar llamativo, con presencia, características y un trasfondo social tan complejo como varidado. Parte vital del esqueleto de lo social que se mueve en las calles, en sus propios espacios, construyendo sus propias reglas, negando un pasado imposible de olvidar, trasformando y mutilando los valores ‘abiertos y positivos’ que una generación ‘alivianada’, la de los sesentas (padres de esta nueva generación), ahora trata de imponer mediante un discurso de lo políticamente correcto: sexo seguro, ecologismo, respeto en el arte, responsabilidad social, derechos humanos, conciencia cívica… En los noventa se ha venido hablando de una juventud como supuestos muñecos de trapo, ‘víctimas del consumo y de la idiotización televisiva’. Y es cierto, muy cierto. Pero esta es una generación constructiva, muy a su manera. En la generación X se busca una forma de vida barata (en oposición al yuppie); se prefiere la libertad por encima del poder; pasarla bien antes que hacerse rico. Es preferible ganar poco pero tener tiempo para los proyectos personales. Como escribe Coupland, “qué prefieres hijo, una casa o una vida. Prefiero una vida”. Los valores de lo bello, lo sensible y lo inteligente ya no se quieren, son ideales rechazados por una generación que se niega a esas propuestas ya buscadas anteriormente y que fracasaron en la lucha por ser encontrados. La estética de hoy es otra. Se busca la inmediatez, lo chocante, lo burlón, lo cínico, lo simple, lo ezquizofrénico y lo rápido. No se necesita ser un espía extranjero para descubrir que se viene despertando de un mal sueño. Que es una generación que no tiene un porvenir muy optimista. Que es una generación que obtiene satisfacciones a partir de los objetos que posee. Que encuentra sus actos políticos no en las manifestaciones sino en ignorar la política; que cuando es acosada o atacada, prefiere echarse para atrás y hundirse en su mundito; lo que antes fue oposición explícita o abierta, ahora es depresión y hueva. Esas son algunas de sus formas de manifestarse, de ser, de subvertir, de ganarse calificativos como generación vacía, generación apática… generación x. El futuro es sinónimo de algo gris; el presente es más importante estando aislado consumiendo información. Gracias a la información hemos visto, escuchado y olido casi todo, no hay nada que de verdad pueda sorprender. Por eso mismo la generación X es un estereotipo sobre personas que evaden a toda costa los estereotipos. ¿Acaso alguna vez han conocido a alguien que acepte ser parte de la generación X? Coupland no se lo propuso, pero enmarcó a la generación de los macjobs, de la envidia demográfica, de los sangrientos retratos, de las opciones paralizantes, de la auto-simulación y de los parques recreativos. Una generación superficialmente apática, contrariada, sin muchas expectativas y con la imposibilidad de poderse ver a sí misma en un futuro. Quizás ya sea obsoleto referirnos a una canción de Kurt Cobain que de alguna manera puede resumir todo esto. Pero también resulta obsoleto estar aquí hablando en torno a una novela que se escribió en 1991 y sobre una generación que rechaza tajantemente la etiqueta que se le ha dado. Es un comentario de una revista poco equis sobre Smells like teen spirit de Nirvana: “una canción política que nunca menciona la política; una canción convertida en himno cuya letra no se puede entender; un éxito enormemente popular que denunció el comercialismo; un grito colectivo a la alienación; fue el (I can`t get no) satisfaction de un nuevo tiempo y para una nueva tribu urbana a la que ya nada le impresionaba. Fue una enorme mentada de madre; una satisfactoria y enorme declaración sobre la imposibilidad de estar satisfecho…”. Y sí, ésta se supone que es la generación X; aquí estamos, vengan a entretenernos.

 

jhfaskjhdafjsfljksfhasjkfhafdOlimpia Ramírez

 

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